Elegir las palabras a adecuadas, realizar un buen balance entre palabras «de moda» y las palabras con las que nos sentimos más identificados, es una batalla constante. Aquí os dejo un par de pinceladas que espero os animen a encontrar las vuestras.

Tip se parece demasiado a RIP –Requiescat in pace en latín, Rest In Peace en inglés- aunque es cierto que suena mucho más sutil que consejo. Consejo es aquello que nos decían nuestras madres y acababa siempre con un “te lo dije”. 

También tenemos “palabra clave”. Claves para dormir bien, que ya sabemos que son siempre cinco, siete o diez  pase lo que pase. Hay claves para dar y regalar.

Clave es una palabra más interesante cuando va unida a un pentagrama y crea la clave de sol. La más conocida y que la mitad de la población lleva tatuada, o la clave de RE qué es la siguiente que aprendemos y que nadie se tatúa. 

 

¿Qué palabras usamos entonces?

Utiliza palabras que no te gusten demasiado, que no sean tus favoritas pero sí sean las que todo el mundo comprende y usa. Escribir es ir luchando entre tus palabras y las palabras que se mueven ya solas por la calle, incluso en mitad de esta pandemia resuenan libres por el mundo y te gusten o no, seguirán siendo repetidas hasta que se conviertan en palabras comunes y habituales.

Lo bonito es que hay palabras que son preciosas y que todo el mundo sigue comprendiendo, que las entiende y las siente como propias aunque ya no se usen tanto. Si buscas un poco, las encuentras.

Volverlas a oír es como abrir una habitación antigua, olerla y recuperar recuerdos de tu infancia. No siempre tienes que obligarte a usar los mismos términos que todo el mundo usa. A veces hay que confiar en el lector y usar palabritas a las que les tengas un afecto especial, que sean parte de tu vida, esa vida única que sólo tú has vivido.

¿Ejemplos? Os dejo 5 palabras que se me han quedado siempre pegadas y me encantan, que las siento como propias:

 

  • Luciérnaga: Pronunciarla ya hace cosquillas, te hace imaginar seres pequeños con luz propia, los cuales, la inmensa mayoría jamás hemos visto. 
  • Bordillo: Me lleva directamente a jugar en la calle con el monopatín, sentarme en el suelo con amigos, jugar a las canicas. Me hace sentirme curioso y valiente como un niño de 8 años.
  • Azotea: Aprendí a mirar a las estrellas en la azotea de mi casa. Me gustaba subirme a las tejas. era peligroso y me encantaba pensar que podía caerme y aún así subía una y otra vez convencido de la máxima “Yo es que nunca me caigo”.
  • Calma: Lo que consigues cuando le añades cariño al alma. Una «C» lo cambia todo.
  • Recelo: Ese impulso que nos hace a veces no vivir lo que estamos viviendo y que a la vez nos conecta con las cosas que amamos y tememos.

Si te paras a pensarlo seguro que en unos minutos tendrás las tuyas. Úsalas y te traerán un poco de suerte. Te sentirás más cómodo, serán tus palabras comodín y cada vez que consigas usarlas en tu discurso estarás compartiendo un pequeño secreto que te hará sentirte bien. Es como darle un pequeño tributo a nuestro idioma.