Hay que personalizar tus emails y recordar que detrás siempre hay una persona

Detrás de cada contacto hay una persona, no una pantalla, cada una tiene su propia historia. Dependiendo de la época tendrás que comenzar de un modo u otro. En septiembre por ejemplo se mandan más mails que nunca, es el momento de reconectar y saber qué tal va todo. Los equipos acaban de volver de vacaciones y es un buen momento para ponerse al día.

Septiembre ha llegado, quieres activarte, Septiembre es un mes vital para reconectar con tu lista de contactos.

Llevamos ya varios agostos complicados. ¿Me equivoco? Preguntar qué tal te han ido las vacaciones es casi una pregunta tabú. Hay tantos factores desconocidos ¿Habrá tenido vacaciones, estará sin trabajo y se ha quedado en casa? 

Así que mejor no hablar ni de sombrillas ni de paseos por la montaña. Quizás el nuevo ice breaker es preguntar por el futuro inminente.

Se me ocurre algo así:

Querido lead, cliente potencial, antiguo cliente, persona interesada, lector:

Agosto se ha terminado. Comienza por fin el cuarto trimestre. ¿Cómo te encuentras? ¿Qué planes tienes para este mes? ¿Qué te gustaría cambiar? ¿Qué necesitas y en qué te puedo ser útil? ¿Qué tal aquel proyecto que tenías en mente? No hay que asumir que todo el mundo está en la ruina o que vivimos en un apocalipsis.

Lo que no quieras saber no lo preguntes

Elige alguna pregunta cuya respuesta te interese conocer. Si no… No preguntes.

Debemos promover el movimiento. Mantenernos positivos incluso si odiamos la palabra “positivo”. Intentar estar muy proactivos, que todo aquello que quede por hacer se haga, que cada nueva idea se pronuncie.

Por tanto es muy buena opción ojear a tu lista de contactos e ir escribiendo correos con calma y ponerte al día de corazón.

Mis recomendaciones para ese correo son las siguientes:

1. Evita lo obvio. Si no mencionas el verano o el bicho mucho mejor. Las noticias ya lo mencionan lo suficiente.

2. Aguanta la tentación de vender algo como postdata. Septiembre nos sirve para hacer un sondeo de cómo se encuentran tus contactos, no es momento de vender. O al menos no en mayúsculas. (¡en minúsculas todo el mundo lo hace, vendemos más que respiramos!) Te pongo un ejemplo: Imagina que vas a un banco a pedir un ICO, porque lo necesitas, porque quieres aguantar el chaparrón y avanzar con tu empresa o tu proyecto. ¿Cómo te sientes cuando el asesor financiero aprovecha la ocasión para tratar de venderte un renting de coches? Él sabe que no se lo vas a comprar pero se siente obligado a intentarlo. ¿No sería mejor que ese asesor se ponga una nota en su agenda y te lo vuelva a preguntar cuando no necesites un préstamo?

3. Demuestra en tu email que no eres un spam masivo. Resiste la tentación de automatizar y aprovechar tu tiempo. La personalización ahora es más necesaria que nunca.

4. Revisa el texto al menos dos veces. Usa un corrector ortográfico y aunque gastes papel, imprímelo antes de mandarlo. Cuando lo leas en papel encontrarás siempre algo que mejorar. Acabarás tachando la mitad. Haces bien.

5. Revisa el texto por tercera vez y pregúntate en qué puntos podrías hacer una pregunta en lugar de hablar sobre ti.

6. Envía el correo cuando lo tengas listo, no programes la hora de envío. Quítatelo de la cabeza. ¿Y si son las 2 de la mañana? Pues la otra persona verá que lo mandaste a las dos de la mañana, ¿acaso lo escribiste a otra hora? qué las cosas sean lo que de verdad son no tiene que ser un problema.

7. Haz partícipe a tu remitente: ¿Qué añadirías a estas recomendaciones? Mándame un email y úsame de conejillo de indias y te daré mi feedback. somos@joaquinguerrero.com

8. Explícale algo que hayas aprendido últimamente. En pequeñas dosis puedes hablar de tus experiencias.

 

Por encima de todo, y es algo que debe estar presente en todos los puntos, quítale leña al fuego, que el fuego ya arde por sí solo. Sé directo y trata de ser tú mismo. Ahora tenemos mucha menos paciencia que antes y olemos las segundas intenciones a leguas de distancia.

Disfruta de este septiembre irrepetible. Disfruta de la adrenalina del superviviente.