¿Por qué hablar en público es tan dificil y cómo perder los nervios?
Escalar el Everest es más difícil que levantarse del sofá y beber agua. Escalar una montaña es lo que sienten muchas personas cuando se enfrentan a un público. En este artículo repasamos el porqué nos cuesta tanto hablar delante de muchas personas y veremos algunas de las claves para superar estas dificultades.
Enfrentarse a un público, hables mejor o peor, siempre será una experiencia difícil para todos. ¿Por qué? Pues porque nos da mucha vergüenza. Tenemos miedo a hacer el ridículo y no estamos acostumbrados a mostrarnos a los demás abiertamente.
Me he subido ya bastantes veces encima de un escenario en mi carrera como bailarín y monologuista ¿Soy inmune a los nervios por ello?
No. Sigue siendo algo muy difícil de hacer.
Es algo que requiere mucha atención y esfuerzo. Lo que sí me siento es, quizás, más seguro (la rutina y la frecuencia obran a nuestro favor) y menos nervioso antes de comenzar. Pero sigue siendo un proceso muy complejo, lleno de rituales, caminatas, y de mirar el reloj una vez y otra más. Cada uno de vosotros irá encontrando las rutinas que os ayudan a sentirnos mejor antes de comenzar una presentación.
Entender todas las partes que componen un discurso ayuda a controlarlas.
Los entresijos de un reloj analógico son extremadamente complicados. Si cualquiera de nosotros desmonta un antiguo reloj de pared, seremos incapaces de volverlo a montar. Afortunadamente para eso están los profesionales, los cuales consiguen simplificar lo complejo.
Hablar creando un buen discurso está repleto de “tuercas y pequeños mecanismos”.
Hablar en público exige mucho de ti. O al menos debería hacerlo si quieres realizarlo y que genere un impacto positivo en los demás.
Éstas son algunas de las cosas que tendrás que hacer simultáneamente cada vez que tengas delante a más de tres personas:
1.Ten claro lo qué vas a decir. Venir preparado. Tener una idea de los conceptos clave que quieres desarrollar aunque después decidas saltártelos.
2. Tener una intención precisa. Saber el porqué quieres contar lo que quieres contar. Un por qué. Luego tendrás que decidir si esa intención quieres que sea más o menos visible o evidente. Quizás tu publico no vea tu plan nada más comenzar, pero tú siempre lo tienes que tener y llevar claro por dentro.
3. Usa la respiración abdominal. Recuerda respirar mientras hablas. No ahogarte. Cuando nos falta el aire aceleramos el discurso innecesariamente y causamos el efecto de parecer inseguros y nerviosos.
4. No olvides los silencios. Tienes que acordarte de parar de hablar (aunque sea solo un segundo y medio) antes de que sientas que te estás ahogando, que tienes la boca seca y que ya no sabes ni lo que estás diciendo.
5. Muévete en tu escenario con naturalidad. Tendrás que moverte. No puedes permanecer quieto como un palo ni tampoco, de repente, mover tus brazos como si fueras un alcalde. Debes encontrar el modo de acompañar cada uno de los mensajes que transmites y que tu lenguaje no verbal, como mínimo, no vaya en tu contra y no parezcas un muñeco con control remoto.
¿Exagero? Enciende las noticias, mira al 90 por ciento de los políticos y dime que no parecen títeres robotizados.
6. Prueba a modular el volumen de tu voz, articulando, hablando alto para que todos te oigan, pero sin gritar, para que la gente no se marche ni parezca que le están riñendo. No se trata de hablar alto o bajo, sino de ir modulando la voz, creando contraste puedes conseguir que la gente te escuche y te pueda prestar atención sin esfuerzo.
7. Acepta y ríete de ti mismo y tus pensamientos en bucle. Si, por poner un ejemplo, tienes hambre, tendrás que tratar de seguir hablando y dejar de pensar que tienes hambre mientras deberías estar pensando en lo que tienes que decir, aunque no lo puedas evitar, porque tienes mucha hambre… En el escenario es común atascarse en pensamientos repetitivos. Cuanto antes lo aceptes, antes dejarán de bloquearte.
8. Si sientes, no temas mostrarlo. En algún momento de tu discurso deberás mostrar algún tipo de emoción, sea la que sea. Tienes que sentir cosas para que tu público también las sienta. Eso, sin abandonarte al sentimentalismo ni dejar de controlar lo que dices, el cómo lo dices y a quién se lo estás diciendo. Casi nada. La frontera entre emocionar y ser un dramático cursi es muy fina. El talento está para que sepas navegar esa línea. Y todos vosotros lo tenéis más o menos escondido, pero lo tenéis.
9. No insultes al público aunque quieras hacerlo. Tendrás que controlar tu instinto “asesino” cada vez que alguien del público tosa. Después de un tosido vendrán más tosidos, acompañados de llamadas telefónicas y gente que se levanta a hablar por teléfono, por no hablar de todos los que están sentados sin escucharte y mirando la pantalla de su móvil. Mientras te das cuenta de todo eso tendrás que seguir conectado contigo mismo y con tu mensaje y mostrar lo mejor de ti. Casi nada otra vez.
10. Céntrate en lo positivo, conecta con aquello que te hace sentir fuerte. Tendrás que tratar de sentirte bien. Resulta que en el escenario todo se transmite y que si tienes un mal día y estás agotado por lo que sea tendrás que hacer un sobreesfuerzo para que no se te note.
No hay recetas mágicas. La valentía del orador consiste en centrarse siempre en lo que aporta a los demás y eso te ayuda a dejar de lado tus problemas cuando no forman parte del discurso que has venido a realizar.
11. El micrófono tiene que ser parte de tu cuerpo. Si te dan un micro para tu charla, el micro sonará mal el 70 por ciento de las veces. Te oirás extraño y tendrás que simular que llevas hablando con micrófono los últimos 30 años de tu vida, aunque sea la tercera vez que tienes tienes uno en tus manos.
Te aconsejo llegar al menos 30 minutos o más antes y hacer pruebas de sonido. Hay micros muy económicos con los que puedes y debes practicar en tu casa. Esto te hará parecer más seguro y convincente.
12. Probablemente sudes y te tiemblen las manos. Somos animales y no podemos controlar nuestra sudoración. Piénsate bien el color de la ropa que lleves a tus primeras charlas. Luego, con los años, irás sudando menos. O no… Lo de que te tiemblan las manos sí que se pasa con la práctica. Eso sí, jamás tomes café antes de una presentación.
Así que sí. Hablar en público es muy difícil pero con la practica se puede superar y conseguir que parezca fácil.
¿Y para que te digo todo esto?
Porque tenemos que conseguir que parezca fácil.
No pretendo disuadirte ni desanimarte. Defiendo y me encanta que la gente quiera comunicarse y lanzarse a hablar en público. Eso sí, hay un punto que quiero remarcar y dejar más claro que ninguno: sin sentido del humor te va a resultar casi imposible avanzar.
Para aprender a hablar en público necesitas tomártelo con mucha filosofía. Aprender a que parezca fácil es un proceso bastante largo. Es por ello que cuando realizo mis sesiones de communication training con mis clientes casi nunca realizo sesiones sueltas, lo mínimo para comenzar a avanzar son programas de 8 sesiones. Porque las cosas complejas se merecen atención y tiempo adecuados para la tarea.
Si te llevas cada uno de los puntos de arriba (hay muchos más) cargándolos como una mochila, comprobarás que serás incapaz de pronunciar más de tres palabras seguidas sin trabarte. Serán demasiados puntos simultáneos. Tendrás que irlos practicando uno a uno.
Lo conseguirás. Con esfuerzo, atención, dedicación y sentido del humor es posible.
Sin humor, lo veo muy difícil, por no decir casi imposible.
Y como no, si quieres un poco de ayuda para saber llevar mejor todas y cada una de esas dificultades, contacta conmigo y estaré encantado de ponernos manos a la obra contigo. Eso sí. Recuerda. Es un trabajo duro y tendrás que comprometerte y esforzarte. Si fuera tan fácil no sería tan bonito.