Cuando hablamos a un público debemos recordar que no estamos dentro de una pantalla. No somos un teléfono. Lo que diferencia una charla en vivo de un vídeo es que esa persona está viva y la tenemos delante. Tiene que notarse. Para ello vamos a hablar de algunas pautas que pueden ayudarte a aprovechar el espacio a tu favor y crear un discurso más completo y entretenido.
¿Cómo lo conseguimos?
– Utilizando el espacio que nos rodea y aprovechando el contexto. Tienes que familiarizarte con el lugar en el que hablas. Se te debe notar cómodo.
– Recordando que nos están viendo en directo, en vivo y que si nos equivocamos, nos ponemos nerviosos, lo mejor es mostrarlo con naturalidad. Cómo no estás dentro de una pantalla puedes permitirte ser una persona corriente y mostrarte vulnerable. De ese modo el público será más empático contigo y te «perdonará» cualquier pequeño detalle o error en tu presentación que se te escape.
-Sorprende a tu público utilizando algún elemento de tu espacio. Sentarte en algo que pensaban era decoración, tocando un objeto, cambiando algo de sitio. Así les recordarás que están en una conferencia real y que lo que te rodea no es un simple decorado o un fondo de pantalla.
Mira a los ojos, mira a tu público, pero sin pasarte…
Un error común de los que se suben a un escenario por primera vez es el de no perder nunca de vista al público, miran sin parar hacia el frente y nunca descansan la mirada.
Piénsalo por un momento: Cuando tú te tomas un café con alguien ¿te pasas todo el café mirando a la otra persona fijamente a los ojos?.
Probablemente no. O al menos así lo espero.
Somos humanos, así que también miras por la ventana, comentas lo que ves, hablas de la gente que pasa, piensas e imaginas cosas, y al hacerlo vas jugando entre una mirada más interna y otra más externa.
Ese juego constante entre estar con uno mismo y mirar hacia afuera es el que hace el discurso interesante. Si la mirada está demasiado fija en un punto, si nos mostramos tensos y forzamos la atención conseguiremos que el público se sienta incómodo. La incomodidad es la que consigue que el público acabe sacando el móvil, nuestro gran competidor.
El número de asistentes influye en tu discurso
Tus nervios dependen en gran medida del número de asistentes. aunque es cierto que una sola persona en el público, cuya opinión te importe mucho puede hacer que te olvides de un público que te está escuchando y está entusiasmado con tu discurso.
En mi caso, me encantan los teatros y en ellos me siento muy cómodo, pero no tanto en el salón de un congreso internacional sobre negocios como el Bizbarcelona. No son iguales que un teatro y tenemos que estar muy despiertos si queremos captar la atención de nuestros espectadores, que tienen el teléfono a mano, e acostumbran a llevar el portátil encima mientras “te escuchan”. ¡Un gran reto!
Lo que el espacio no haga por ti y deseas que ocurra, tendrás que hacerlo por ti mismo.
Cada espacio necesita que te adaptes. Lo que está claro es que no puedes hacer exactamente lo mismo delante de 6000 personas que delante de 60.
Recomiendo comenzar toda exposición con calma, oliendo el terreno, permite que la gente esté tranquila y que poco a poco te vayan conociendo e ir introduciendo el tema que quieras tratar sin prisas.
Una entrada de cero a cien en cinco segundos no suele acabar bien, porque mantenerte por encima de ese cien con el que has comenzado es muy complicado y la gente acabará desconectando.
Tú decides qué hacer con el tiempo que te han dado para crear tu discurso.
No te olvides nunca del espacio y del contexto, no ignores lo que te rodea y si ocurre algo inesperado, reacciona. Tienes un guión. Es comprensible necesitar guiones, pero no te olvides que los guiones también se tuercen y que improvisar te da la oportunidad de mostrar quien eres de verdad.
El mundo tiene ganas de conocerte.
Joaquín Guerrero