La empatía es una de las capacidades personales que más deberías valorar.

El término viene del griego “empátheia” (εμπάθεια) y lo puedes traducir como “sentir dentro”, es decir, la habilidad de comprender cómo siente otra persona.

Si todos la usáramos solo un poquito más, estoy seguro de que el mundo sería un lugar mejor.

¿Por qué?

Muy fácil. Si yo me pongo en tu piel e intento saber por qué dices lo que dices o haces lo que haces, te voy a comprender mucho mejor.

Voy a conectar con tu forma de pensar y de actuar.

Y justo en este pequeño detalle es donde se encuentra el quid de la cuestión para que comprendas que la empatía es fundamental cuando comunicas.

Pero, ¿qué es la empatía en la comunicación?

La empatía cuando comunicas tiene dos caras. Como lo lees.

Y no te hablo del villano de Batman, sino de que tiene dos protagonistas claros.

Tú y quien te escucha (o te lee).

Si hablas y no tienes respuesta por parte de tu audiencia es porque no has logrado que empaticen contigo, no has conectado con ellos.

Da igual que sea un diálogo, una negociación o tu presentación profesional.

Cuando conversas es más fácil detectar si hay empatía porque la comunicación es bidireccional: hablas y otra persona te contesta. Sin embargo, cuando estás en una presentación en la que solo comunicas tú, se vuelve más complicado.

A pesar de ello, puedes averiguar si conectas con tu audiencia por su actitud y por sus reacciones.Si asienten y te sonríen (normalmente) es porque están siguiendo tus palabras, si sacan el móvil y miran cuántas notificaciones tienen, mal asunto.

Pero hay otro factor que tienes que tener en cuenta: tú mismo.

Eres el único encargado de que tu público no solo entienda lo que le dices, eso sería quedarse en lo superficial de la comunicación.

Tienes que hacerles sentir como tú quieres que se sientan y les tienes que transmitir tus emociones porque buscas que se pongan en tu lugar.

La mente es una herramienta muy poderosa y tiene la capacidad de traducir las palabras en imágenes.

Esas imágenes que crea alguien cuando te escucha le hará imaginarse eso de lo que hablas, se pondrá en tu piel y hará suyas tus frases.

Justo en ese momento, ¡felicidades!, has logrado que aparezca la empatía.

¿Cómo conseguir que empaticen contigo?

Hay varias formas para lograr que tus palabras enganchen, toquen la fibra sensible o dejen con ganas de más.

Todo depende de la situación en la que te encuentres, a quién te dirijas y, por supuesto, de tu propia autenticidad, aunque hay algunas herramientas de las que puedes valerte de forma habitual.

Te cuento las que considero que más te ayudan cuando creas tu discurso:

#1. Reciprocidad

Las personas que te escuchan te están regalando uno de sus bienes más preciados: su tiempo. Así que tienes una responsabilidad con ellos: que sientan que no lo han desperdiciado.

Haz un intercambio de regalos. Ellos te dan su tiempo y tú a cambio les ofreces un discurso que les sirva.

Te preguntarás: ¿Y qué es lo que les sirve?

Depende.

Eso tienes que decidirlo tú según el contexto en el que te encuentres.

Si presentas los datos económicos de un trimestre quizás lo que buscan es que vayas al grano y les expongas tus conclusiones con claridad, si cuentas unos hechos históricos puede que les guste que tengas una línea argumental clara o si te estás presentando tú mismo, querrán tener datos relevantes para conocerte un poco mejor.

Cuanto más valor tengan tus palabras más conexión conseguirás, y esto facilita la empatía.

#2. Sinceridad

Sé honestamente sincero. Siempre.

Si piensas que transmitir un mensaje con palabras que no son ciertas es buena idea, déjame que dude de tu ética profesional.

¿Por qué querría nadie escuchar algo que no fuera verdad?

La sinceridad te vuelve humano porque muestras que a veces consigues lo que te propones y otras no, y si te humanizan aumentas la cercanía con tu público.

Pero cuidado con la forma de transmitirla: un exceso de sinceridad puede jugar en tu contra y parecer que buscas la condescendencia.

#3. Humanizar los errores e imprevistos

Todas las personas que se dedican a comunicar han cometido algún error cuando hablan en público, incluso puede que se hayan quedado en blanco y hayan perdido el hilo de su discurso.

Y más seguro aún, se han tenido que enfrentar a algo que no esperaban.

Déjame decirte que tanto las equivocaciones como los lapsus les puede ocurrir a cualquiera.

Son inherentes al ser humano y si te sucede a ti, puedes quedarte callado y esperar que no se den cuenta o admitirlo y decirlo en voz alta.

A través de la sinceridad, como te decía arriba, puedes hacer que perciban que eres “de carne y hueso”.

Te pongo un ejemplo:

Estás hablando en un escenario. De pronto, a alguien le llaman a su móvil y suena la banda sonora de El Señor de los Anillos (un imprevisto). En ese momento tu mente se traslada con Frodo a la Comarca y te quedas en blanco (un lapsus), no sabes qué estabas contando y el tiempo se vuelve denso.

Tienes dos opciones:

  • Te quedas callado hasta que recuerdes por intervención divina qué idea estabas transmitiendo.
  • Reconoces que te has quedado en blanco e incluso le preguntas a la audiencia de qué estabais hablando.

Creo que la segunda funciona un poco mejor, ¿no crees?

Sería algo así:

¿Os ha pasado alguna vez que no recordáis qué era lo que estabais diciéndole a alguien? Qué vergüenza se pasa, ¿verdad? Pues a mí me acaba de ocurrir… ¿me recordáis por dónde íbamos?

Seguro que a quienes te escuchan también les ha sucedido alguna vez y eso les hace empatizar contigo.

#4. Humor con sentido común

Pocas cosas unen más que una sonrisa, así que usa la herramienta del humor de forma inteligente.

El humor compartido nos hace madurar como personas. Te puedes reír de ti o de una situación, pero siempre con complicidad y respeto hacia ti mismo y hacia quienes te escuchan o te leen.

Si las comisuras de los labios del público se tornan hacia arriba es porque has conseguido sintonizar con ellos.

También te servirá para suavizar los imprevistos. Volvamos al ejemplo de antes: cuando suena el móvil puedes enfadarte porque te ha interrumpido o puedes tomártelo con naturalidad y bromear con ello con algún comentario:

Veo que entre los asistentes hay algún fan de El Señor de los Anillos. Mi película favorita es El Retorno del Rey, os la recomiendo a todos.

El sentido del humor te permite crear un ambiente relajado y comunicar desde un punto de vista divertido y si esto ocurre, es porque las personas que te escuchan se sienten cómodas y relajadas contigo.

Si aún no me crees, recuerda el discurso de Ellen DeGeneres en la apertura de la gala de los premios Óscar de 2014 cuando habla de Meryl Streep y bromea sobre sus nominaciones anteriores:

¡Uh!, por supuesto una de las nominadas es ella, y por ella me refiero a Meryl Streep. Meryl ha sido nominada a un Óscar un total de 18 veces. Suena bien, pero si haces los cálculos, entre vestidos, peluquería y maquillaje… eso son cientos de miles de dólares. Simplemente, Meryl no puede permitirse el lujo de ser nominado de nuevo porque es mucho dinero.

Un último consejo: detrás de un humor con sentido hay horas de práctica, así que ensaya antes de introducirlo en tu discurso y úsalo solo cuando te sientas cómodo mientras comunicas.

Si sigues estos dos consejos tendrás más posibilidades de conectar mediante la sonrisa.

#5. Storytelling

Ya te hemos hablado en este blog de lo poderoso que puede ser saber contar una buena historia.

Las historias gustan, conectan emocionalmente y nos hacen pensar y sentir de una manera distinta a la que lo hacen los números o las imágenes de una presentación.

No tengas miedo a crear un storytelling inspirado en ti o en tu marca donde hables de tus éxitos, de los problemas a los que te has enfrentado o de tus fracasos.

Las historias originales son más atractivas que otras que ya has escuchado decenas de veces.

Cuando mencionas tus experiencias de forma auténtica, despiertas la memoria de todos los que te escuchan y esta forma de narrarlas fomenta que sientan contigo las emociones que transmites con el tono de tu voz y el ritmo de tus palabras.

Cuando esto ocurre, comenzarán a empatizar contigo.

#6. Anécdotas y detalles personales

A las personas nos suele interesar la vida de otras personas.

Si puedes incluir alguna anécdota que puedas enlazar con el tema que trates seguro que causa un efecto positivo e incluso puedes lograr que piensen “¡Ey! A mí me pasó exactamente lo mismo.

También puedes usar tu propia experiencia: Joaquín Guerrero se formó como bailarín y habla de danza cada vez que cree que puede aportar en las formaciones. Hace analogías entre la comunicación y los ensayos, el entrenamiento que es necesario o la importancia de usar el espejo.

En definitiva, sigue empleando algunas de las técnicas que usaba y así puede empatizar porque la danza y el mundo corporativo tiene más nexos de unión de los que puedes imaginar.

Las anécdotas y tus detalles vitales los puedes usar dentro del storytelling o no, pero si se ven reflejados en ti activarán sus propios recuerdos y les servirá para identificarse contigo.

Empatiza, que no es poco

Como has visto, la empatía se parece a sintonizar la radio: todas las personas cambiamos el dial hasta que encontramos una voz con la que conectamos. Solo entonces comenzamos a escuchar.

Tu misión es que tu audiencia se detenga en tus palabras y hacerla vibrar y sentir las emociones que les transmites para que puedan ponerse en tu lugar.

Si lo logras puedes conseguir:

  • Sintonizar emocionalmente con quienes te escuchan y que se sientan cómodos contigo.
  • Eliminar los prejuicios que puedan tener de ti y convertirte en alguien creíble.
  • Transmitir tu mensaje gracias a la confianza en ti mismo y la seguridad para hablar en público.
  • Que te recuerden y te valoren.
  • Mejorar tu autoestima porque generas un efecto positivo en tu público.

Creo que estas metas son más que suficientes para que pongas en práctica los consejos de este post y que cultives la empatía cuando comunicas… y en cualquier momento de tu vida.

P.D.: Te dejo el enlace por si te has quedado con ganas de escuchar la apertura de los Óscars de 2014 para analizar cómo usa Ellen DeGeneres el humor en su discurso. A partir del minuto 4:41 tienes el ejemplo que aparece en este post.