El tiempo lo controlas tú

Medir el paso del tiempo durante un discurso, sin usar un reloj, es una de las habilidades de comunicación más difíciles de conquistar. Alguien debió establecer la duración de un segundo, de un minuto y de una hora. Otros dividieron el día en 24 horas mucho antes. Vivimos desde que nacemos en un mundo regido por horarios y “deadlines”. 

Aun así, somos incapaces de controlar el modo en el que percibimos el tiempo. Pero se puede intentar, se puede estudiar y se debe trabajar si quieres ponerte delante de un público sin estar mirando el reloj de reojo. Y mucho más importante, sin que el público mire su reloj llevado por el aburrimiento.

La clave para que el tiempo vaya a tu favor consiste en mostrarte a los demás con intensidad, siendo tú mismo pero tratando de estar presente y sentirte vivo. Eres el texto en negrita en una sala repleta de gente. No lo olvides. 

Trata de crear la suficiente intriga para que las personas quieran seguir mirándote y escuchándote. Tiene que parecer fácil. Si te esfuerzas demasiado, se nota y pasas a ser una pantalla que pasamos con los dedos sin apenas mirarla.

¿Y de dónde puedes sacar esa intensidad?

Quizás -perdonadme la cursilería por adelantado- creyendo en ti mismo. Creyendo en todo lo bueno que han puesto sobre ti desde que naciste, reuniendo todas las propiedades que te hacen una persona única y enseñándolas sin pavonearte, solo confiando en ellas. Necesitas ponerte delante de los demás y creerte de verdad todas las veces que alguien te dijo que merecías la pena.

“Tu hijo puede ser lo que le dé la gana” . Le dijeron una vez a mi madre, un maestro que tuve. Esa frase me marcó para toda la vida y me la repito cada vez que me siento inseguro. Porque nadie tiene todos los días buenos.

Esta frase es uno de mis “pensamientos Peter Pan” Los pensamientos que les pido a mis clientes en mis sesiones one to one, para que, cuando se pierdan en una presentación, vuelvan a algo que les haga felices, o simplemente humanos y los vuelva a centrar.

¿Cómo llevas eso a la práctica?

Conseguir una buena presencia escénica, encontrar ese centro, no es sota, caballo y rey. No hay una pastilla mágica. Pero sí que existen pasos ya marcados para encontrar tu discurso.

Te dejo 5 ideas para que vayas comenzando:

  1. Primero, encuentra tu pensamiento Peter Pan, ese que te hace sentirte vivo. Llévatelo al salir de casa. No se lo cuentes a nadie. Pero mantenlo contigo durante todo el trabajo. Observa si cambia algo en tu manera de expresarte ese día. Cuando quieras, me lo cuentas.
  2. Ponte la mano a cuatro centímetros por debajo de tu ombligo. Ese punto es tu centro. Es el mismo que se activa cuando te ríes. Trata de tenerlo activo mientras hablas. Respira abdominalmente mientras lo sientes y hablas con alguien.
  3. Recuerda que para escuchar, si mantienes ese centro activo y eres consciente de la respiración, podrás escuchar desde tu cuerpo. Analizar tu reacción física ante lo que oyes te dará a menudo mucha más información que el análisis de las palabras.
  4. Dite piropos antes de salir, imagínate al público gritando “guapo” y “bravo” las veces que quieras. Recuerda lo que te dije al principio de este artículo. Creete todo lo bueno que te hayan repetido durante toda tu vida. Quizá sea por lo andaluz que soy, a mí los piropos me encantan, creo que se pueden mandar en todas direcciones. Nada te centra más que tratarte bien y quererte un poquito.
  5. Y si nada de esto te funciona, siempre puedes oír una canción de Queen o Bruce Springsteen antes de tu discurso y dejar que se te pegue algo. O cualquier otra canción que te haga sentirte seguro, despierto y fuerte. Quizás para ti sea el flamenco. Lo que sea que te ayude a sentirte cien por cien. 

Hagas lo que hagas, no lo dejes para el final, no des por hecho que sabrás mantener la concentración delante de quinientas personas sin trabajar bien tu centro, sin creerte de verdad que mereces ser escuchado por esas quinientas.