Últimamente se habla muchísimo de identidad.

Por poco que leas o escuches las noticias es frecuente encontrarse con frases en las que aparece esta palabra acompañada de otro sustantivo.

Porque identidades hay de muchos tipos y todas son importantes porque te caracterizan.

A ti, a tu proyecto, a tu negocio.

Te hacen ser diferentes de los demás.

Una de las más importantes en tu comunicación es la identidad verbal.

Es probable que hayas escuchado que para tener un buen branding hace falta una identidad verbal y visual cuidadas.

A esta afirmación no le falta razón, pero tu identidad verbal va más allá de tener un naming, un claim, un tagline o un eslogan buenos. De que tu logo sea “así o asá”.

Debes ir más allá de lo superficial, aunque no le quitamos ni un ápice de importancia a todo lo anterior porque también te va a identificar.

Va de que tu identidad verbal te tiene que representar y te tiene que hacer reconocible.

Parece obvio, ¿verdad?

Cuando tomamos café con alguien con quien tenemos confianza, nuestra identidad es constante, no varía.

Sin embargo, cuando nos comunicamos a través de las redes sociales, en nuestra web o cuando nos subimos a un escenario, nuestro lenguaje puede cambiar más de la cuenta.

En definitiva, cuando intentamos comunicar a un público al que no conocemos puede que nuestra identidad verbal sea bien distinta a la del momento del café, y eso es lo que debes evitar.

Una identidad verbal auténtica: el pasaporte de tu comunicación 

Antes de subirnos a un avión, lo habitual es que nos pidan nuestra documentación.

Abren el pasaporte, miran la foto, te miran a ti y piensan mentalmente:

Sí, es la misma persona.

Ese es el efecto que debes conseguir con tu identidad verbal: que cuando comuniques, estés donde estés, te reconozcan.

Si alcanzas ese objetivo, lograrás una buena identidad verbal.

Y el reto es doble, porque tienes que conseguirlo de forma escrita y de forma oral.

En este momento tal vez pienses “qué exagerado, conseguir una identidad verbal auténtica no es para tanto”.

Aunque parezca que es sencillo, es algo que hay que tener claro antes de comenzar a comunicar.

Te pongo un ejemplo de una frase con poca identidad:

“Somos una empresa profesional que cuenta con un equipo multidisciplinar con más de 20 años de experiencia y donde nos encanta nuestro trabajo.”

Si aparece esta frase en tu web no te preocupes porque tiene solución, pero piensa realmente si te identifica, si te hace diferente.

Si estas palabras las pones en tu web o en la de otra empresa, ¿sirven para ambas?

Si la respuesta es sí, entonces no vamos por buen camino.

¿Qué necesitas para construir una buena identidad verbal? 

Lo primero que te recomiendo es que pienses.

Construir la identidad de tu marca personal o de tu empresa es un trabajo de introspección, algo casi filosófico porque cuando usas el lenguaje para comunicarte, das forma a tus pensamientos.

No es solo cómo lo dices, sino también qué quieres decir.

Una recomendación: sé fiel a ti mismo.

Parte de la idea de que habrá muchas personas con las que no logres conectar, que nunca asistirán a tu webinar ni harán clic en tu mensaje.

Es algo habitual, ocurre en la mayoría de casos, pero no puedes caer en el error de intentar agradar a todos a costa de cambiar tu identidad verbal para adecuarte a los gustos de cada uno.

En la identidad verbal, tus valores first 

Como acabas de leer, el lenguaje dice mucho de tus valores.

Cada vez prestamos más atención a que los valores de una marca estén alineados con los nuestros.

Así que preocúpate por transmitir los tuyos. Serán tu voz.

Es necesario que lo hagas porque eso permite que otras personas sientan que te conocen.

Además, te hacen humano, te diferencian y puedes transmitir mejor tu mensaje si tu audiencia comprueba que eres cercano.

Uno de los valores en los que coincidimos Joaquín y yo es en la autenticidad, e intentamos transmitir la importancia que tiene cada vez que comunicamos, aunque cada uno lo hagamos con nuestra propia identidad.

Sé auténtico y usa tu propio estilo y tu tono 

Todos tenemos nuestra personalidad.

Es única.

Podremos parecernos y por eso nos llevamos mejor con unas personas que con otras, pero este pequeño gran detalle lo tienes que llevar a tu identidad verbal.

Tienes que crear tu propia forma de comunicarte en el ámbito profesional.

Y si es bastante similar a la que usas cuando vas a tomarte un café, mucho mejor.

¿Por qué?

Porque tiene tu esencia.

Y esa esencia es la suma de tus vivencias, de tu día a día, de los programas que escuchas, de los libros que lees, etc.

Si eres auténtico mientras hablas o escribes, serás capaz de establecer vínculos emocionales con quien te lee o te escucha.

Eso no quiere decir que tu tono sea siempre exactamente igual porque la comunicación no es la misma cuando hablas con un amigo, con un posible inversor o con tu pareja, pero tu esencia, eso que te hace diferente y único, sí debe permanecer.

A las personas nos gusta escuchar a otras personas, no discursos institucionales, así que recuerda que tus palabras son el reflejo de ti mismo.

Tu identidad verbal evoluciona 

¿Alguna vez te has topado con una fotografía de cuando eras adolescente y has pensado “vaya pintas”?

En el momento en el que se tomó la foto seguramente tu indumentaria era “lo más”.

¿Qué ha ocurrido? Que tus gustos y tu personalidad han evolucionado.

A tu identidad verbal le sucede lo mismo, es evolutiva.

Debe ser así porque de otro modo puede que estés comunicando con una identidad que ya no te representa.

Como tu “yo” de la foto.

Seguro que si estás aquí eres una persona que suele leer.

Leer es uno de los ejercicios más interesantes que puedes hacer porque te enfrenta a las palabras y te hace reflexionar.

Y evolucionar.

Puede que leas una palabra que te gusta y en el siguiente pitch, webinar o post la incluyas.

Pruebas esa palabra como si fueras un crítico gastronómico frente a un plato. Si percibes que aporta a tu identidad, la añadirás a tu vocabulario.

Si te sientes incómodo, la descartarás. Y esto te puede pasar con una palabra que llevas usando varios años, pero que de pronto te incomoda.

Es tan sencillo como dejar de usarla y buscar otra con la que te sientas a gusto mientras comunicas.

Pero ¡cuidado!

No puedes cambiar todo tu vocabulario de un día a otro porque estarías modificando por completo tu identidad verbal.

Habrá algunas palabras que seguro que nunca desaparecerán.

Si yo escucho “gente linda” inmediatamente pienso en Joaquín. Esta expresión es su identidad, su sello, pero no es la única palabra que suele usar a menudo.

Con el tiempo, estoy seguro de que incluirá otras y descartará algunas.

A fin de cuentas, todos evolucionamos.

La identidad verbal grupal también existe 

¿Qué hacemos si tenemos un equipo o pertenecemos a uno?

En ese caso tienes que enseñar o aprender la identidad verbal de ese equipo al que perteneces.

Igual que todos usan el mismo logotipo, hay que compartir la misma forma de transmitir los valores corporativos.

Te confieso que al principio cuesta, es como aprender un idioma, pero los resultados son excelentes cuando percibes que cualquier persona de la misma empresa o del mismo equipo es capaz de comunicar del mismo modo.

Y para facilitar todo a las personas que llegan de nuevas, no estaría de más que tuvieras un manual de identidad verbal donde recojas todo lo que has podido leer, además de todos los elementos que forman parte de tu identidad visual y de tu identidad sonora.

Un último consejo 

Como lees, conseguir una buena identidad verbal no se trata únicamente del texto que hay junto a tu logo y de un buen eslogan, sino que trata de expresar tu forma de ser y tus valores o los de tu empresa.

Y para que funcione, háblale siempre a las mismas personas, las que son tu audiencia y tu público.

Habrá días en que te levantes y tengas la tentación de hablarle a otras personas.

Error. Prohibido. Un “no” rotundo.

Si lo haces estás traicionando a tu identidad verbal.

Si en esta web lees en alguna ocasión “Mi querido y admirable grupo de interesados, me complace anunciarles un nuevo servicio”, o una frase similar, es que algo raro pasa.

No se puede.

El último consejo no es nuevo.

Sé tú mismo y trata de conocerte cada día un poco mejor para saber y verificar qué palabras y con qué ritmos estás cómodo y cuáles prefieres evitar.

Llegará un momento en el que te sientas que te conoces al 100% y comiences a utilizar el mismo mensaje.

En ese instante habrás conseguido tu identidad verbal.

Pero no es el final porque seguirás creciendo y el proceso de autoconocimiento continuará.

Cada día que comunicas sentirás y escenificarás cada una de tus palabras.

Porque en comunicación nada se repite: Todo se revive.

Si estás trabajando en tu identidad verbal y quieres que te dé mi feedback, solo tienes que agendar una reunión con Joaquín.